Texto_ Fernando Martín Pescador. Fotografía_ David Fuentes Ncuadres
Detalles. Pequeños detalles. Supongo que la poesía
está compuesta de un setenta y tres por ciento de detalles. El otro veintisiete
por ciento lo pone la vida. Conocí a Remedios a finales de 2012 y, desde
entonces, hemos coincidido en un puñado de ocasiones. Sin embargo, en cada uno
de nuestros encuentros, he notado detalles. Ciertos detalles que hacían de
Remedios una persona y una escritora especial. Por eso tenía unas ganas feroces
de entrevistarla para esta revista.
Remedios Nieto Lorca nació en Montefrío, provincia de
Granada, pero vive en Valdemoro desde 1978. Es la autora de varios libros de
poesía, de un libro de recetas tradicionales en quintillas con pasajes en prosa
y de un libro para niños. Remedios es una de las fundadoras del grupo literario
“De par en par” de Valdemoro.
P – Siempre me ha fascinado indagar en las
razones por las que una persona decide dedicarse a escribir y, de forma
especial, a escribir poesía. ¿Qué te mueve a escribir? ¿Qué te mueve a escribir
poesía?
R
– La necesidad de escribir nace después de una
intenso recorrido por el mundo de la lectura, y lectura de todo
tipo y género. Mi insaciable curiosidad, mi ansia por conocer e ir mucho
más allá de lo que mis ojos podía abarcar a simple vista, hizo
de este interés por la lectura, una necesidad que sólo podía verse
satisfecha, finalmente, con el hecho de escribir.
Y es en la poesía donde me sentí completa, donde
comprobé que todo lo que quería o necesitaba transmitir se conjugaba
de manera casi absoluta.
P – Empecemos, pues, hablando de tu poesía.
Publicaste recientemente El paseo de
Alexander y anteriormente Los
espacios vacíos. ¿Qué querías transmitir con cada uno de esos dos libros?
R – Los espacios vacíos fue mi primera
publicación poética en solitario. Antes había compartido poemario con los
compañeros del Grupo Literario de “De par en Par”, y varios miembros de la
Asociación “Francisco Bayeu” de pintura, con un total de quince poemas. Una
experiencia extraordinaria, basada en el intercambio de trabajos pictóricos de
una parte, y creaciones literarias de otra, de los que tuvimos que inspirarnos
mutuamente. Esta peculiaridad hizo de todo ello una forma de expresión absolutamente
enriquecedora y única. El poemario en cuestión se llama Poemas para una exposición.
Respecto a “Los espacio vacíos”, fue la
consecuencia de un estado de ánimo muy particular, en el que volqué todo el
dolor, la añoranza y aceptación de la pérdida de un ser muy querido: mi padre.
Es por tanto, toda una elegía dedicada a su memoria, que, aunque en un
principio parece que parte de lo particular, su contenido, así como la
perspectiva desde la que se enfoca el tema, abarca toda una universalidad, como
lo es el hecho de perder a alguien tan querido.
Desde este
primer poemario a “El paseo de Alexander”
- última publicación -, existe un largo recorrido. En él confluyen realidad y
ficción, dando como resultado la expresión imaginada de aquellos que, por una u
otra causa, se ven obligados al sometimiento del silencio. Es, pues, un
recorrido imaginario por la vida de quienes carecen de voz para expresar lo que
ven, lo que sienten y lo que les preocupa, contemplándolo todo desde un plano
inferior y diferente.
P – Dar voz a los que normalmente no la
tienen en nuestra sociedad. Me consta que la idea de este concepto surge de tu
situación personal. En la misma línea iba tu libro escrito en prosa poética
“Has de saber”.
R – Así es. Es
lo que tiene vivir una circunstancia tan excepcional: que nos suele dejar
marcados de por vida. En mi caso, tener un hijo con “capacidades diferentes”,
me ha dejado la piel al descubierto en este sentido. Por consiguiente, es un
tema inevitablemente recurrente. Lo fue de manera absolutamente consciente en
“Has de saber”, y de manera casi inconsciente en “El paseo de Alexander”. En
éste, si no se explica no se advierte.
P – Tienes un libro delicioso, “Entre rimas
y puchero”, mezclando verso y prosa poética, intimista también, con recetas de
cocina tradicionales de tu tierra natal. Cuéntanos cómo se te ocurrió esta
aventura literaria.
R – “Intimista”. Es la primera vez que
alguien observa ese aspecto de “Entre
rimas y pucheros”, o por lo menos nadie me ha hecho esa observación. Tal
vez – salvo en ti - haya quedado sólo esa primera sensación de un libro
intrascendente y bastante lúdico, por haber escrito las recetas en quintillas
clásicas, y las anécdotas, vivencias y recuerdos -de aquellos años en los que
se ubica el texto -, en prosa. Una prosa que raya casi en la poética.
Y es que es íntima
y muy personal también la temática de este “casual libro” – convertido en un
homenaje a mi madre y mis abuelas de las que tanto bebí y aprendí, y por ende, también
a mi pueblo, Montefrío, un lugar precioso del poniente granadino, considerado
hoy por National Geographic, como uno de los diez pueblos con mejores vistas
del mundo.
Y digo “casual”,
porque fue en respuesta a una especie de reto lanzado por un cuñado mío, muy buen
gourmet, conociendo mi afición por la escritura y, al mismo tiempo, por todo lo
que tiene que ver con la gastronomía.
Un proceso bastante
largo el de este libro. No fue nada fácil conjugar receta y verso. Así que lo
tomé como una especie de divertimento. Como divertimento lo fue también para la
ilustradora, Pilar González Bastanchuri, quien tanto se esmeró en esas
extraordinarias “aguas” que dan más vida aún si cabe al texto en sí.
P – Si no me equivoco, también colaboraste
con Pilar González Bastanchuri en tu libro para niños “Pablo bajó al establo”.
Hablamos, también, de esta publicación.
R – Bueno, la
colaboración fue suya, aunque finalmente, dada la magnitud e importancia del
trabajo ilustrativo, se convirtió en una coedición. De modo que, se trata de un
trabajo compartido, en el que ella aporta la imagen y yo el texto. Un texto que
ya estaba escrito, y que cuando Pilar lo leyó no pudo resistirse a ilustrarlo.
“Pablo bajó al
establo”, como casi todo lo que llevo publicado hasta ahora, también nace de la
casualidad. No estaba en mis proyectos tocar este tipo de literatura. Siempre
me ha parecido un género muy serio, de mucha responsabilidad, pues de ello
dependen los futuros lectores.
Este libro,
pues, surge de una colaboración que se me pidió en la Biblioteca Ana María
Matute, y para la que preferí escribir mi propio cuento en lugar de contar el
de otro autor.
Se trata de un cuento
escrito en pareados endecasílabos, dirigido a niños de entre cinco y diez años,
y con unas propuestas de trabajo educativas. Sin embargo, aunque
pedagógicamente el cuento esté cualificado para esas edades, realmente sirve
para cualquier edad: el ritmo del verso y la expresividad de la imagen hacen de
él un medio magnífico para el área cognitiva de cualquier niño, incluido aquel
que aún no ha aprendido a leer, incluso ni a hablar.
P – Llevas mucho tiempo en Valdemoro y
estoy seguro de que Valdemoro, de alguna manera, forma parte de tu literatura.
De hecho, tu activismo literario se refleja en la fundación en Valdemoro del
grupo literario “De par en par”, que, si no me equivoco, ha organizado, durante
muchos años, el certamen de poesía mística “Martín Descalzo”. ¿Podrías
contarnos un poco sobre el origen de este grupo y sobre su actividad literaria?
R –
Efectivamente, Valdemoro ocupa un lugar importantísimo en mi vida, tanto a
nivel familiar como literario. Aquí hice nido, tuve el gran privilegio de
compartir poesía y tiempo con José Hierro, Premio Cervantes de literatura entre
otros muchos premios, y he ido creciendo con mayor o menor fortuna en todos los
órdenes de la vida. También literariamente, a raíz de este contacto inicial
importante en mi vida, y de la creación del grupo “De Par en Par”, fundado en
1988. Asociación que nace con la sola idea de crear un espacio de encuentro
entre amantes de la literatura. Una asociación sin ánimo de lucro que sólo
persigue fines exclusivamente culturales y que busca, dentro de sus
limitaciones, servir de cauce e impulso a la creación literaria,
fundamentalmente la de los jóvenes.
Aunque
inicialmente se circunscribió solamente al ámbito local, tras los años ha sido y es reconocida internacionalmente. Decir
que a esta fundación se debe la institucionalización en Valdemoro del “Día de
la Poesía”, que anualmente, cada catorce de diciembre, conmemora el día de los
poetas y homenajea a su patrón, San Juan de la Cruz, otorgando los premios de
los certámenes convocados: “Leocadio Blanco”, para jóvenes alumnos de centros
de enseñanza; Premio “De Par en Par”, dirigido a personas o grupos de personas
como reconocimiento a la contribución desinteresada en favor de la cultura; y Certamen nacional e internacional de Poesía
Mística “Martín Descalzo”, en el que se premiaron nombres como Jorge de Arco,
Manuel Terrín Benavides, Gabriel Insausti, Teodoro Rubio, Luis de Blas, Ana
Garrido, Miriam Alcázar… Así hasta una veintena de autores de gran relevancia
poética, con los que aún seguimos manteniendo relación. Del mismo modo que la
tuvimos también, por haber formado parte del jurado, con los poetas, Leopoldo
de Luis, Rafael Morales, Luis López Anglada – Premios nacionales todos ellos y fallecidos
hace algún tiempo - y Benito de Lucas, entre otros.
La Asociación
sigue, aunque ya de una manera menos activa. Lo fue hasta el 2009, en que se
nos retiró la subvención de la que dependíamos para las actividades
proyectadas, que no solamente se materializaban y concluían en los certámenes,
sino también en otras muchas de carácter social y cultural, como fue la de
organizar actos para ayudar económicamente a las víctimas de desastres
naturales en distintas partes del mundo, y formar parte activa en las celebraciones
del cuatrocientos aniversario de la muerte de San Juan de la Cruz que a nivel
mundial se organizaron, y con las que nosotros contribuimos realizando
conferencias, representaciones teatrales, actos poéticos y exposiciones de
pintura.
P – Es hora de que hablemos de lo que
tienes entre manos en estos momentos. ¿En qué proyectos estás trabajando?
¿Cuáles son tus planes literarios para el próximo futuro?
R – Siempre hay
algo entre las manos, Fernando. Este es un oficio que comienza – por lo menos
en mí - por puro placer, y que poco a
poco se va convirtiendo en una necesidad. Algo de lo que ya no se puede uno
desprender, tanto si es para publicar o para dejarlo en un cajón.
Aunque los
proyectos son varios y en espera de ser organizados y revisados, actualmente
estoy trabajando en dos de ellos, “Sobre pasos de hojarascas” y “Almidón sobre
la luna”. Dos poemarios con registros muy distintos, que espero consigan
trasmitir, sorprender y emocionar a los posibles lectores.
En cuanto a mis
planes futuros, es algo que ni yo misma los sé. Nunca miro al horizonte en
busca de nada, ni me planteo ningún mañana para algo. Tal vez sea el de seguir en este empeño por comunicar
y hacerlo a mi manera, aunque a nadie importe o escuche. Estar lleno de
“futuro” nos impide ver más allá de nuestras propias narices. Estar libre de
todo, en cambio, nos puede permitir llenarnos de eso que a cada paso vamos
hallando en el camino, como digo en esta composición que me ha sugerido Ángel
Crespo a través de uno de sus magníficos poemas:
Miradme las manos. Observad hasta
qué extremo están vacías: nunca
nada puso nadie en ellas. No importa:
así ninguna mirada hiela, ninguna
angustia ajena queda inútilmente
presa.
Miradme las manos. Observad hasta
qué extremo están vacías.
Nada. Nada en las manos:
mejor la nada para así poder
tener el todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario