miércoles, 11 de febrero de 2015

"ZAGUÁN DE PASO", de Isidro Sánchez Brun, << la recia voz de hombre del norte plena de oquedades, como las grutas originarias que dieron abrigo a los ancestros permitiendo que se ahondasen. >> (Texto original de Guzmán Alonso Moreno)




PRESENTACIÓN DEL LIBRO 
DE ISIDRO SÁNCHEZ BRUN
ZAGUÁN DE PASO
MARTES 3 DE FEBRERO DE 2015
EN LA ASOCIACIÓN DE ESCRITORES Y ARTISTAS ESPAÑOLES

(Texto original de Guzmán Alonso Moreno)


“… Pero nada queda hecho;
el lápiz de colores, noche y rosa,
silueta una forma borrosa de algo
que no tiene forma ni razón de
            forma
porque la noche necesita del día
y la rosa del agua y unos de otros,
a la par y siempre.
Solos
pequeñas cosas son en su falsa
           grandeza
para formar un mundo;
solos no dejan de ser uno
aunque yo al mezclarlos en el
           espacio abierto
de una palma extendida
forme con todos uno.
Uno. Sí…, un mundo.”

Con versos como estos, que serían finalistas y ganadores del 1º Certamen “Círculo Mercantil de Málaga”, hacía aparición en 1972 en la escena literaria un joven de 27 años llamado Isidro Sánchez Brun. En ellos evidenciaba una personalidad creadora propia tras la asimilación de las lecturas en que cimentaba su primera poética: los autores de las culturas clásicas, el Modernismo, o la Generación del 27.

Claridad de concepto y firmeza de verso, así como una sutil pero atrevida aproximación a la experimentación, constituían seguramente los rasgos más acusados de este poeta que fue inmediatamente cosechando reconocimiento. Un reconocimiento que le fue llegando por la crítica escrita, por la valoración de sus lecturas públicas y a través de nuevos premios y menciones: en 1973 vuelve a ganar el Círculo Mercantil de Málaga y en 1975 el Certamen Nacional de la Agrupación Hispana de Escritores, cuyo epicentro estaba entonces en Mataró, y que ocuparía un lugar central en su andadura literaria.

Si en buena medida somos por las relaciones que establecemos con nuestros grupos de pertenencia y de referencia, la trayectoria de Isidro Sánchez Brun es explicable por su vínculo con la Agrupación Hispana de Escritores, en la que ingresa en 1972 y en cuya editorial va a publicar 3 de los cuatro libros que recoge esta antología de bella edición realizada por Lastura que hoy presentamos: De siempre la esperanza (1980); Ese cercano tacto tan distante (1984); Mujer de otoño en rojo (1990).

Su cuarto libro, Toda la posesión del alba (1991), sería publicado bajo edición del Centro Cultural de los Ejércitos tras ganar el premio convocado en 1990 por este Centro en Valencia.

Si nos referíamos en las líneas iniciales a la forma en que Isidro Sánchez Brun se había apropiado del legado de los clásicos, del Modernismo, o de la Generación del 27, en su primer libro, De siempre la esperanza, encontramos poemas que nos hablan de cómo hace suya la poesía social. Contra la malintencionada contraposición que hacen muchos y muchas entre poesía lírica y poesía social, depositando la belleza en la lírica que evade la realidad, los versos de Sánchez Brun nos dejan claro que se puede hacer lírica mirando a la realidad en sus distintas problemáticas. Esto lo podemos apreciar en la evocación, que a mí se me antoja brechtiana, que incluye al principio de su homenaje a Gladys del Estal, muerta por la represión de un acto cívico:

“Se piensa que uno es
de donde elige morir;
y los que mueren donde quieren vivir
¿de dónde son?

Podemos apreciarlo también en los versos finales de “Poema libre: poeta”:

“Y cuando muera el último poeta
tras el ruido escondido de las armas,
podré decirle, libre, a mi pequeña:
mira, hija,
ayer murió quien pudo ser mañana tu maestro”.

En este libro Isidro nos permite ver con nitidez cómo verdad y belleza se vinculan; pues belleza sin verdad es válidamente adorno, aditamento, gustoso recurso que complace o que fascina, pero sólo eso.

Cuatro años transcurrirán en los que nuestro poeta seguirá cimentando y desarrollando su escritura hasta la publicación en 1984 de Ese cercano tacto tan distante, cuyos ejes están compuestos por nuevos premios conseguidos y por un homenaje a Laureano Mela, primer presidente de la Agrupación Hispana de Escritores, fallecido en 1983

Si ya en De siempre la esperanza, incluía poemas galardonados, como Recuerdo al Sáhara, o soñando a Gladys, en Ese cercano tacto tan distante serán ahora los libros premiados –con algunos poemas nuevos añadidos- los que queden recogidos; en concreto Diálogos del Silencio, premio Ciudad de Alcorcón de 1981; y Diálogos del alba, vencedor en las Justas Literarias de Reinosa de 1983… Los premios literarios… “Qué puede hacer un chico pobre sino tocar en una banda de rock and roll”, cantaban Los Rolling Stones. Parafraseándolo podríamos decir: “Qué puede hacer un poeta no perteneciente a los círculos editoriales consagrados sino reunir sus premios para dar visibilidad a su creación más allá de sus entornos inmediatos”.

De la poética de Ese cercano tacto tan distante destacamos, añadido a los rasgos señalados anteriormente uno permanentemente presente en el trabajo de Isidro: el retrato que va bordando el verso, describiendo -táctil, esculpido-, el bucle de anhelos y certezas que trenza la conciencia íntima, desnuda, buscadora de nitidez y transparencia:

“Y si volviera el eco a ser verdad y rama
donde posar su miedo mis palomas azules,
pudiera ser que entonces se vieran sobre el viento
los últimos caballos, galopes como manos
que van meciendo arena sobre la piel suavísima.”  

…………………………………………………….

“Si quieres encontrarme
sea al anochecer. Los centinelas
respiran su fatiga en el secreto descanso
y nada me retiene.

De noche, junto al río,
todo es inicio sobre el mapa de los cuerpos
y olor en el contorno de la sangre.
Tú y yo sin nadie que nos rompa.

Pero por Dios, el tuyo, el mío, el de quien sea,
mañana cuando bajes de la sierra
no pases por mi casa,
que tengo ya mi patio tan cavado
que no puedo dar tierra a más amigos”.

……………………………………………………

“Me hago cuerda y no atas. Me siembro y tú no riegas.
Quizá sirva de nada soñar con tu batalla.
Qué poco tiempo dejan…
                                         Qué escasos los recursos
de quien nació gaviota y ya vendió sus alas.”


1984 y 1985 son años álgidos en la trayectoria de Sánchez Brun como escritor. A sus premios y publicaciones hay que sumar por un lado la Presidencia de la Agrupación Hispana de Escritores y con ella la dirección de sus revistas. Por otro, su inclusión en la nómina de escritores que recoge la Universidad de Navarra en la historia de la Literatura de esta Comunidad. Pero estamos en los años ochenta, años en los que las políticas culturales, confluyendo con las políticas sociales y económicas, van a favorecer muy estrictamente determinados cánones y, dentro de esos cánones, a determinados círculos excluyendo a otros. Con el señuelo postmoderno de “vale todo”, que supuestamente reclamaba la diversidad, van a ser generados por estas políticas modelos cada vez más cerrados y uniformes de gustos, voces e iconos.

En este contexto Isidro iniciará un tránsito hacia una bucólica personal que ya venía manifestándose en su obra. Una bucólica definida por dos coordenadas: el amor y la naturaleza. En ellas se siente cómodo para trabajar su idea del poema, la correspondencia del verso con la imagen perseguida, la fortaleza de la metáfora, o su experimentación formal.

Fruto de este proceso son los dos libros aparecidos en 1990 y 1991: Mujer de Otoño en rojo y Toda mi posesión del alba. Relación, sensualidad, sexualidad, ensueño negador del tiempo que desgasta, son elementos que dan textura a Mujer de otoño en rojo:

“Tres veces en la luz intenté amarte,
tres veces fuiste rienda y tres caballo
de crin desmadejada;
tres veces al final fuiste comienzo
y siempre pude hallarte en el estadio
de todas mis estrellas,
zarco de agua, mujer en esa música
de tardes encontradas y penumbra
larguramente blanda.”

………………………………………………..

“Y, así,
abrir el libro
y leer un paisaje de horizontes.

Y, luego,
al cerrarlo
poder saborear que todos los renglones
escriben corazón con c de compañía
mujer de otoño en rojo, compañera.”

En este libro las aproximaciones experimentales antedichas aparecen de dos formas. La primera la destaca el prologuista, Carlos María Maínez, cuando alude a las transformaciones morfológicas y variantes sintácticas con las que Isidro juega.

La segunda, tiene que ver con la visualidad de tres de los poemas últimos, en los que el concepto y la semántica que los desarrollan son a su vez modelados, hechos figura, por la imagen gráfica que los alberga. Aquí la figura sustituye a la estrofa convirtiendo al poema en árbol, vuelo de aire, o copa. De este modo encontramos un todo formado por la idea, las palabras, y la silueta que las proyecta.

Llegamos a Toda mi posesión del alba, su libro más hecho, más contorneado y más aunador de los elementos que forman la obra de Isidro Sánchez Brun. Es el libro que cierra un ciclo. En él aparece con marcada autoconciencia creadora esa vigorosa aptitud de Isidro para la imagen, la metáfora y el ritmo. Y esa capacidad -que da identidad y belleza a su poesía-, para entender y plasmar la unidad que se forja de contrarios; la unidad que se eleva y se funde en sí misma:

 “Y te generas vaso donde viertes
la esencia de tu aroma, tu perfume cereal.”

“Atrapada en mis brazos
emerges ecuador, rapaz y presa
del tránsito que siembras por mi espalda…
                             Estás ardiendo
y en tu llama mi llama nos incendia”.

………………………………………

“En esta comunión no existe reto;
todo es pincel y lienzo, todo el otro.”

Como hemos dicho, Toda mi posesión del alba supone para Isidro Sánchez Brun el final de un gran ciclo poético, de creación, de presencia en la sociedad literaria, a la vez que vital. Cumplidos, en 1990, 45 años, avizora otros recorridos, un antes y un después. Así lo expresa, quizás más de una manera presentida que absolutamente consciente, en varios de sus poemas:

“Y la fecha me llega de repente.
No encuentro el calendario.
Concluida la agenda
no logro en ella acomodar la cita (…)
                             (…) Somos ya, ruta
que ha roto los regresos a la infancia”.

……………………………………….

“Estoy, como la tiza, resumiendo
La lección mientras muero,
reuniendo en la playa lo que resta
del antiguo naufragio;
mintiendo a mis centurias
que quieren regresar al campamento
sus ocios invernales”.

………………………………………
“Esta vieja estación, poema o surco
que fue de horizontales escrituras
y oraciones de nieve en las colinas,
conduce sus legiones
a la vieja estación desheredada
que germina en la cita inalcanzable.”

A partir de Toda mi posesión del alba, Isidro Sánchez Brun inicia una andadura distinta en la que seguirá escribiendo, lentamente, casi calladamente; publicando en las revistas de la Agrupación Hispana de Escritores y en sus antologías. Publicando también en otras revistas y frecuentando otros grupos como Verbo Azul… Hasta editar en 2010 el libro Más de diecisiete, y a partir de ello inaugurar nuevos cauces temáticos, nuevas simbologías en el lenguaje y otros asomos estilísticos, que a buen seguro tendremos oportunidad de conocer y celebrar en un futuro próximo. Una somera representación de esta nueva andadura es la que puede apreciarse en los últimos poemas inéditos incluidos en Zaguán de paso, libro que hoy hemos tenido el placer y el honor de presentar.

Ahora escuchen su recia voz de hombre del norte, plena de oquedades, como las grutas originarias que dieron abrigo a los ancestros permitiendo que se ahondasen.


Guzmán Alonso Moreno.

  

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